martes, 13 de abril de 2010

Vuelve el mundial

Vuelve el mundial de fútbol. Cuatro largos años han pasado desde que Italia se levantó con su cuarta estrella, que hoy adorna su escudo balompédico nacional. Cuatro años han pasado ya desde que vimos, otra vez, morir angustiosamente los sueños de grandeza mexicanos a manos de un gran equipo. Una vez más, a un paso de dar ese gran salto que se nos ha negado. Ya merito.

Como no podía ser de otra forma, empieza la maquinaria publicitaria a vendernos todo lo que sepa, huela o se sienta como mundial, pero más específicamente, como selección mexicana. En el aparato propagandístico que envuelve a la selección participan todos: jugadores, directivos, patrocinadores, televisoras, etc. La selección vende, y mucho; todos quieren sacar ganancias, aún cuando para ello sea necesario inflar el producto para venderlo mucho más caro.

Sólo en este contexto se explican las declaraciones recientes del entrenador nacional, Javier Aguirre, en el sentido de que cuenta con el mejor equipo mexicano de todos los tiempos. En el ámbito futbolístico, el equipo ha dejado más dudas que certezas, y las esperanzas de todos están centradas en la sensación del momento: El Chicharito -hernández, de cuya calidad no tengo dudas, pero no creo que pueda llevar a México al famoso quinto partido.

Hace cuatro años, la afición mexicana se volcó a Alemania. Nos vendieron la idea de que podíamos, incluso, ser ¡Campeones mundiales! y, soñadores como somos, vendimos todo con tal de estar ahí cuando sucediera. La decepción fue la misma de siempre, nuestra realidad nos fue, una vez más, plantada en la cara de golpe, o mejor dicho: a patadas.

No podemos permitirnos olvidar aquello, y una vez más soñar y dejarnos llevar por el canto de sirenas. Estamos muy lejos de hacer historia, como dijo Aguirre, los ganadores del mundial sub-17 del 2005 aún no tienen lo que se requiere para dar ese salto, no nos engañemos. Y lo más importante: no hemos hecho nada diferente de como se hizo hace cuatro años, por lo tanto, pregunto, ¿Porqué diablos pretendemos obtener resultados mejores?